Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 29 de junio de 1894
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 167, 5317-5320
Tema: Propósitos del Gobierno, según noticias de la prensa, de ratificar por decreto el tratado de comercio con Alemania después de cerradas las Cortes

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¿Creen el Sr. Junoy y los demás Sres. Diputados que han hecho la pregunta, que eso no se puede hacer dentro de la ley? (El Sr. Junoy: No.) Pues si eso no se puede hacer dentro de la ley, no debían haber hecho la pregunta. (Rumores en las minorías.- Varios Sres. Diputados piden la palabra.- El Sr. Castellano pronuncia algunas palabras que no se entienden y pretende continuar usando de ella.)

El Sr. VICEPRESIDENTE (Duque de Almodóvar del Río): El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Yo creí que mi contestación era la más categórica que podía dar, porque si eso no está dentro de la ley, claro está que el Gobierno no lo puede hacer porque no quiere hacer nada que sea fuera de la ley; y me parecía a mí que era la contestación más categórica y más satisfactoria que yo podía dar a la pregunta del Sr. Junio. Pero S. S. echa de menos yo no sé qué, y dice que yo he faltado a la cortesía y a la consideración con S. S. al contrario, he querido cortar por de pronto un debate que no viene al caso; porque si cada vez que los periódicos dan noticias por el estilo se viene a suscitar un debate al Parlamento, dando más crédito a las noticias de los periódicos?

El Sr. JUNOY: No son siempre tan graves.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): ¿No son tan graves? Y más graves también porque así les parece que deben hacerlo y porque es un medio de hacer daño al Gobierno y muchas veces, por hacerle daño, publican noticias sabiendo positivamente que no es verdad lo que dicen. (Muy bien, muy bien)

El Gobierno no puede hacer uso, y no lo hará, y no hay que traer a cuento el bill de indemnidad, que no hay semejante bill, después de todo. ¿Pero estamos en aquel caso en que las Cortes no estaban reunidas, y en concepto del Gobierno no podían reunirse, y se vio el Gobierno en la necesidad, digámoslo así, de saltar por encima de las leyes, como lo ha confesado para venir después a declararlo?

El Sr. CASTELLANO: Dentro de pocos días lo estaremos.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Ahora están reunidas las Cortes, hay un proyecto de ley en el Senado; ¿cómo el Gobierno había de hacer por decreto, lo que está pendiente todavía del debate de los Cuerpos Colegisladores? ¡Se quejan SS. SS. de desconsideración, y no se fijan en la desconsideración que hacen al Gobierno suponiendo semejantes cosas! (Muy bien, muy bien.)

Por consiguiente, no había necesidad ni de la pregunta ni de la respuesta. ¿Qué tengo yo que ver con lo que diga un periódico, quizá con mala intención para que sobre esto se promueva un debate para huir de otros en los cuales no se quiere entrar? La cuestión está pendiente de los Cuerpos Colegisladores, y claro está que el gobierno no puede sacarla de esa posición en que se encuentra. Eso no ha pasado por la imaginación del Gobierno, ni podía pasar. (Varios Sres. Diputados de la minoría conservadora: ¡Ah!- El Sr. Montes Sierra: Lo ha dicho antes. - El Sr. Sanchís: No.- Muchos Sres. Diputados de la mayoría: Sí, sí.) Desde el principio se ha dicho esto. (Varios Sres. Diputados: No, no.- Otros Sres. Diputados: Sí, sí.- El Sr. Ruiz: Bueno; pues no lo habíamos entendido.)

Si no lo han entendido SS. SS. deben andar mal de inteligencia porque más claro no lo ha podido decir el Sr. Ministro de Ultramar.

El Sr. BORES Y ROMERO: ¡Sí S. S. no lo ha oído!

El Sr. Ministro de ULTRAMAR (Becerra): Pero estoy yo aquí para afirmarlo contra todos los que dicen lo contrario. Ahí están las cuartillas, en ellas se puede ver.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Repito que eso no ha pasado más que por la imaginación de algún malintencionado para hacer daño al Gobierno, ya que empleando armas nobles no se le puede hacer. (Muy bien, muy bien.)

El Gobierno cumplirá en esto, como en todo, su deber, y procurará no salirse de la ley ni en esto ni en nada.

Y con esto me parece que quedarán satisfechos los Sres. Junoy y Castellano, que también parece que lo pone en duda. Si no les satisfacen estas explicaciones, estoy dispuesto a darlas más explícitas, aunque éstas me parece que lo son bastante. (Varios Sres. Diputados: No hacen falta.) Y si creen esos Sres. Diputados todavía que no he sido bastante cortés con todos los que de unos y otros lados de la Cámara han tomado parte en el debate, yo estoy dis-[5318] puesto a darles todo el género de satisfacciones, porque lo que más siento de todo es que crea un representante del país que yo falto en nada, ni a la consideración, ni a la cortesía que se merecen. (Muy bien, muy bien.)

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Duque de Almodóvar del Río): La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): En realidad, la pregunta que acaba de hacer el Sr. Montes está contestada con la respuesta que di a otra que hace pocas tardes formuló el señor Vallés y Ribot. Dije entonces, que el Gobierno estaba dispuesto a no suspender las sesiones de Cortes hasta dar vado a todos los proyectos de ley que les están [5319] sometidos, y especialmente los tratados de comercio; y añadí que muy especialmente me refería a los tratados de comercio porque los consideraba cuestiones esencialmente de gobierno, puesto que significan compromisos contraídos con otras Naciones, y era necesario proceder en esto con mucha formalidad, para evitar que en adelante las Naciones extranjeras creyeran que España era un país poco serio y formal, con quien no se podía tratar. Eso, al menos en el tiempo en que yo tenga la honra de presidir el Gobierno, no sucederá sin protesta del Gobierno y sin que éste haga todos los esfuerzos imaginables para que no suceda.

Dije además, que tenía este interés porque los tratados presentados eran beneficiosos para el país, y por último, porque la incertidumbre que esta situación produce, las dudas que ocasiona para todo lo que significa trabajo y producción, era una situación más perjudicial y funesta que la aplicación de los tratados, por funestos que fueran; por todo lo cual, el Gobierno estaba dispuesto a hacer toda clase de sacrificios para poner término a esa anómala situación; pero tuve también que decir que no bastaba que el Gobierno estuviera dispuesto a hacer todos los sacrificios necesarios porque en estos asuntos parlamentarios, el Gobierno no tiene más que una iniciativa que vale poco contra ciertas resistencias; que si valiera más, seguramente la hubiéramos empleado. Lo que yo no podía de ninguna manera era intentar, y aunque lo intentase quizás no lo conseguiría, nada que pudiera interpretarse como ataque, no ya a las leyes, sino tampoco a los Reglamentos de los Cuerpos Colegisladores; y si el Gobierno tiene que proceder dentro de las leyes y Reglamentos, no tiene medios coercitivos para obligar a los Sres. Diputados y Senadores a tomar ciertos y determinados caminos.

Así pues, el Gobierno hará todo lo que pueda, pidiendo además a las oposiciones que le ayuden en esta tarea, que no es tarea de partido, sino eminentemente nacional y que afecta a los intereses nacionales. ¿Son buenos los tratados? Aprobadlos. ¿Son malos? Desechadlos; porque, una vez desechados parlamentariamente, las potencias extranjeras no tendrán ningún motivo de resentimiento y no tendrán inconveniente en volver a tratar con éste o con el Gobierno que le suceda. Lo que no se puede hacer es contestar a las naciones extranjeras con el desvío, con el silencio, con la desconsideración de no contestar, porque eso, que si con nosotros se hiciera, no lo toleraría España, no hemos de esperar que los demás lo toleren.

Claro que de ahí no había de venir un casus belli, pero vendría una ruptura de relaciones comerciales, y tras de esto un enfriamiento de relaciones políticas. Y, Sres. Diputados, a ninguna Nación le conviene que sus relaciones políticas con las demás estén interrumpidas, pero mucho menos a España, que por desgracia nuestra no tiene la importancia ni el poderío de otras Naciones; pero ni aún a la nación más poderosa puede convenir en estos tiempos estar en malas relaciones con las demás.

Por todas estas consideraciones, el Gobierno cree altamente patriótico que las Cortes dediquen sus trabajos y sus tareas a salir de este impasse en que nos encontramos, a aprobar o desaprobar los tratados, a discutirlos. Para esto apelo a todas las oposiciones, no como hombre de partido, sino como español y como jefe de un Gobierno de la Nación española, enfrente de los Gobiernos de los países extranjeros. No tengo más que decir.



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